En las calles de barrio Sur, las quejas de sus habitantes se contraponen con el silencio de la Policía. Particularmente en Rondeau al 500, donde un vecino (Miguel Pero) fue asaltado y maniatado en su casa el domingo a la madrugada. Dos semanas antes, un grupo de desconocidos habían entrado a dos departamentos de un edificio ubicado en esa misma cuadra.

Un policía custodiaba ayer a la mañana la esquina de Rondeau y Buenos Aires. Pero su presencia no parecía conformar a quienes viven en esa cuadra que poco se asomaban a la calle. La misma actitud adoptaron los comerciantes de la zona, que atienden a través de rejas y puertas cerradas. Ese es el caso de una tienda de ropa donde hay que tocar el timbre para ser atendido.

“Si vemos una cara sospechosa, no le abrimos la puerta”, contaron Marta y Silvana, las dos jóvenes que están a cargo del local. Ambas quedaron asustadas después del asalto que sufrieron el año pasado, cuando ingresaron a la tienda delincuentes armados, las encerraron en el depósito y hasta hicieron disparos. “Vivimos con miedo. Esta es una zona muy peligrosa y muy oscura”, señalaron. Las jóvenes reconocieron que a veces pasa alguno que otro policía, pero dijeron que no les transmiten seguridad porque, “en lugar de estar alertas, están entretenidos en ver sus teléfonos celulares”.

A pocos metros de ahí vive Eduardo. Detrás de las rejas de su casa, que comienzan en el piso y terminan en el techo, opinó que, a su juicio, los ladrones hacen inteligencia antes de actuar. “Llaman a los teléfonos (fijos) para saber si uno está en la casa. Hacen todo un relevamiento”, afirmó.

Consultado sobre si fue víctima de algún robo respondió: “a mí no me tocó, pero nadie está libre”. Todo indica que el temor es generalizado en el barrio. “Por los comentarios que se escuchan en la calle, hay gente que ya se ha armado. En cualquier momento va a haber un desastre si esto no para”, agregó Eduardo, convencido de la gravedad de la situación.

Se llevaron el auto

El robo ocurrido en la casa de Miguel Pero no fue el único que ocurrió el domingo a la madrugada. Entre las 2.30 y las 5, delincuentes se llevaron el auto de un estudiante de Educación Física que estaba en una fiesta en el salón de Apunt, ubicado en 9 de Julio y Rondeau. “Cuando salí y no lo vi, me fui al corralón municipal porque pensé que tal vez lo había llevado la grúa. Pero ahí tampoco estaba. Me lo habían robado”, relató Daniel Alfonso Carrizo.

El joven contó que hizo la denuncia en la Seccional 2ª y que sus esperanzas de encontrar algún dato en las grabaciones de las cámaras de seguridad se desvanecieron cuando le contestaron que el lugar en donde estaba el auto no llegaba a ser captado. Desesperado, Carrizo difundió las características del vehículo a través de internet y de mensajes de WhatsApp: “es un Renault 9, color bordó, patente BBE 970. Por favor, quien lo vea comunicarse con la Policía”.

Un allegado a Carrizo le comentó que el domingo al mediodía vio el auto circulando por avenida Belgrano, con dirección al cerro. Pero ese fue el último dato que recibió. “Tiene una calcomanía celeste y blanca en el margen superior derecho del parabrisas de atrás; también otra calcomanía de esos muñequitos de la familia en el parabrisas trasero, pero en la parte inferior”, describió.